Los poblanos se entregan a la fe en la
Virgen de Guadalupe.
En el cielo, los trazos luminosos de los fuegos artificiales, algunas ferias y
vendimias en las iglesias donde se mvenera a la Morena en cada pueblo, un
sentido de pertenencia de quienes con su entrega y devoción, le cambian por
unos días el rostro a la ciudad.
La modernidad que se pregona se suspende.
La añeja devoción
guadalupana denota entre las antorchas y los ciclistas, entre los cánticos y
las serenatas a la virgen, entre los arreglos florales y la multitud, el amor a
la Virgen de Guadalupe que miles de poblanos comparten.
El fervor guadalupano se
desató este fin de semana.
La devoción por la Virgen de Guadalupe recorrió Puebla y los
peregrinos, ya sea a pie, en bicicleta o corriendo en carreras de relevos,
demostraron la fortaleza de ese sentimiento profundo en miles de mexicanos que
es la fe en la Virgen Morena de Tepeyac.
La fé hecha caminata rumbo a la Villa; la devoción convertida
en andar en bicicleta varios kilómetros; la fe vuelta el cumplimiento de la
promesa.
Como si se tratara de una fuerza arcaica proveniente de todas
las partes del estado los peregrinos toman sigilosamente las calles, los
acotamientos y los carriles de las carreteras.
El paisaje en las carreteras se transforma. Pero también el
paisaje en la ciudad adquiere el sentimiento profundo de quienes se presentan
de cuerpo y alma a la Virgen del Tepepeyac.
En lugares tradicionales de la ciudad como en la Villita se
esperaban ya las mañanitas a la Virgen.
Los peregrinos saturaron las carreteras, el fervor la semana
pasada cuando aún en las principales vialidades que conectan la ciudad como la
Recta a Cholula se observaba de manera esporádica el paso de los peregrinos
rumbo a la ciudad de México, pero este fin de semana la fe colmó las
carreteras.
Los peregrinos cruzan la ciudad de Cholula cargando su mochila
y en la espalda llevan alguna imagen de la Virgen de Guadalupe.
Y no faltan tampoco los ciclistas que en
pelotón, encabezados por algún camión de carga, surcan las carreteras.
La fe se vuelve la forma más inmediata de lo numinoso. Como si
se tratara de un resorte invisible, y que permanece latente todo el año, desde
este fin de semana el amor a la Virgen Morena colma el espíritu de los poblanos.
Las típicas carreras de la antorcha guadalupana aparecen en
cualquier carretera y el tránsito se hace lento y pesado.