miércoles, noviembre 17, 2010

Las cajitas felices de la Ciudad de las Ideas

macdonalizar el conocimiento, La ciudad de las Ideas


La "ciudad de las Ideas" representa como el conocimiento en las sociedades globalizadas y neoliberales un “efecto”, una “sensación”.
Si en un McDonalds se compran “cajitas felices”, el pasado fin de semana vimos salir del Complejo Cultural Universitario a poblanos, estudiantes, académicos, burócratas, periodistas, políticos, etc. felices con su “cajita feliz” del “conocimiento” luego de asistir a la “Ciudad de las Ideas”.
Sin duda, al foro asistieron algunos ponentes reconocidos pero el formato de 21 minutos y la escenografía de un set televisivo volvieron irrelevante lo que dijeron y cómo lo dijeron: en algunas exposiciones, el argumento -esa vieja herramienta conceptual, tan querida a los griegos- se reemplazó por la ocurrencia o la anécdota estudiada al estilo de los “speakers” gringos.
Si realmente queremos una “ciudad de las ideas” debemos regresar a la vieja cultura donde el libro es el transmisor del conocimiento.
Peligroso es que formatos como el de “la Ciudad de las Ideas” se tomen como modelo de la transmisión del conocimiento y de la formación de la cultura.
A pesar de las blackberry, de los ipads y de las redes sociales, el conocimiento se sigue transmitiendo gracias a la añeja cultura ilustrada: son los lectores frente al texto, quienes recuperan argumentos de un libro, son los lectores frente a un libro los que descubren un mundo. El mito posmoderno de las Tic´s quiere ocultar esa vieja tradición haciendo creer a las elites que estar conectado en línea y recibir miles de tuits es un acto cognitivo.
Asimismo, lo grave del asunto no es que se realicen “ciudades de las ideas” sino que el Estado patrocine actos donde no se difunde la cultura ni se educa. Los recursos públicos, recursos de los ciudadanos, deben encaminarse a crear verdaderos centros de cultura y de educación, y no a pagar eventos de mass media.
No necesitamos “ciudades de las ideas” sino bibliotecas para generar conversaciones informadas. Lo cual no se logra con “cajitas felices” sino con el encuentro (cara a cara) del lector con el libro.

hola

Hola. Vamos a hablar del cuadro de oposición.