Los shalacas, los ducks y los Six(sic)Pistols toman las calles empinadas del pueblo al ritmo del tambor, mientras en cada esquina los huehues disparan sus escopetazos; son los pintados de las Faldas del volcán que festejan su carnaval danzando, bailoteando, con los rostros cubiertos.
Los “niños sin hogar” de San Mateo Ozolco beben cerveza y pulque; parece que están a punto de caerse.
Se excitan.
Los huehues y los “pintados” suben por las calles del pueblo; demonios metálicos bailotean y azuzan a la gente en este pueblo seco a las faldas del volcán.
—Psst. ¡Me da para mi cerveza!..—exige el enmascarado de la voz ronca, un torso metálicamente negro.
—Ustedes sí tienen dinero. Quiero para mis aguas..—ordena manoteando un enmascarado con cara de hombre lobo.
En el fondo se escucha el estruendo de los mosquetones de los huehues.
Los “pintados” se le cierran a los coches. Abren sus brazos y tratan detener a los vehículos.
La paleta de colores de la vestimenta de los huehues, rojos, azules, amarillos, blancos, verdes, cafés contrasta con el negro y el plateado metálico de los torsos de jóvenes que danzan casa por casa, barrio por barrio, en un rito indígena asimilado por la cultura urbana de los chavos banda y por el esteticismo de los jóvenes migrantes que vienen de visita una vez al año después de trabajar todo el año lavado platos en un McDonalds del otro lado.
El olor penetrante de la pólvora.
Niñas adolescentes corren espantadas buscando resguardo en una tiendita.
Otras son perseguidas por los pintados de pantorrillas y muslos plateadas, que en pantalón corto roto o en guangos pantalones de mezclilla recorren los barrios de San Mateo Otzolco.
Los pintados las azuzan con sus cuatros. O con palos de madera.
A las más espantadas no las sueltan.
La tierra es seca. En este pueblo abunda el graffiti (en su dimensión avanzada, con los tags de los “Ducks” controlando su territorio); y los jóvenes conocen más a los yanquis de Nueva York que el Himno a Puebla; en esta tierra seca a hora y media del volcán los jóvenes de pantalones de mezclilla abombachados y corte semi-militar escuchan más a Sex Pistols, a Tex Tex (banda mexicana que funde el ska, el reggae, el funk), del metal de ultratumba de Transmetal y de la versión a Pink Floyd.
Los que no se pudieron a New Jersey se quedaron a vivir en su pueblo.
El negro de los torsos; el plateado.
Tinieblas infantiles que brincotean tratando de seguir el ritmo del tambor.
Aquí las tradiciones se renuevan. Los huehues conviven con los adolescentes “pintados” del lumpen proletariado urbano.
Las máscaras de los huehues talladas en madera y con un semblante serio pero humano compiten con el plástico de las máscaras de luchadores, con las figuras zoomórficas (hombres lobos, hombres perro)
Los pintados persiguen a todo mundo en las calles de San Mateo Otzolco. Aquí todo huele a pintura, a thinner, a pulque y a cerveza. Las niñas pospubertas se refugian en las entradas de las casas.
En San Mateo Ozolco hay más muros grafiteados que escuelas. A un costado de la calle principal los “Six (sic) Pistols” recuperan fuerzas. Tras tocar una puerta aparece todo un regimiento de los “six” pintados de plateado; enloquecen frente a las cámaras fotográficas, uno de los six carga en sus brazos una muñeca, una y otra vez piden para su cerveza una moneda y se sienten orgullosos de formar una nueva tribu a las faldas del Volcán.
El trayecto
Para llegar a San Mateo Otzolco es un verdadero tour. Es una suerte que lleguemos a esta tierra en un rafamóvil pointer de balatas quemadas, y botella de bacalacho abajo del asiento del copiloto. De otro modo habría que tomar algunas combis para llegar a este paraíso del mariachi y de la cultura del graffiti.
Después de que la banda del pointer azul se rompió, en San Nicolás de los Ranchos aguantamos un par de horas antes de buscar a nuestros “pintados”.
Otra flota de fotógrafos se añade al tour mientras frente al palacio municipal de San Nicolás de los Ranchos un campesino trepado en un burro jura que él es el presidente de la república y que Salinas de Gortari es un ladrón.
En un puesto del parque municipal se vende las máscaras que utilizarán los pintados de Nicolás de los Ranchos.
Un niño que asiste a la biblioteca nos dice que hasta el próximo martes se celebra el carnaval de Nicolás de los Ranchos. Pero nos dice que en San Mateo hoy habrá pintados.
Furcio tiene vista de águila o de zopilote telescópico. Después de una recta Furcio pide que detengamos el coche dice que acaba de ver una gallina colgada de un arbusto.
La caravana fotográfica se detiene. Para guardar en sus tarjetas de memoria flash esa especie de remake de “The Blair Witch” o de vudú a las faldas del volcán.
