jueves, diciembre 15, 2005

1. Mañana es la ceremonia de entrega de diplomas de la Generación de Otoño de la Fundación Prensa y Democracia. Es decir, esta beca ya se acabó. El aterrizaje a la realidad será un choque brusco después de encontrarse en esta isla intelectual en un breve sabático de seis meses. De ahora en adelante hay que preocuparse porque todo lo aprendido en esta experiencia formativa no se desvanezca bajo la apremiante rutina periodística de Puebla.
Sin duda, hay como una especie de brecha informativa, entre las prácticas de la cultura periodística en Puebla con las reflexiones y talleres que se celebraron los últimos cinco meses en la Fundación Prensa y Democracia.
El aterrizaje de todos estos contenidos a una realidad como la de los medios poblanos representa otro tipo de experiencia, una experiencia que tiene mucho de tolerancia y de paciencia. Esto es un poco como lo que dice el filósofo norteamericano Richard Rorty cuando habla sobre los cambios graduales a las instituciones académicas y políticas norteamericanas frente a los deseos de los revolucionarios por modificar estas instituciones. Una perspectiva gradualista que modifique las percepciones hegemónicas, es a largo plazo, una opción dentro de esquemas de asimetría en el desarrollo democrático y político del país.
Lo que me parece es que en esta perspectiva se abren como una serie de nuevos proyectos. Todos ellos que surgen a raíz de la experiencia Prende.

2. En este apartado repito lo que dije hoy por la mañana en la reunión que sostuvimos los becarios con Pepe y Cecilia.
En primer lugar, insisto en el tema de aclarar estos dos grandes carriles metodológicos y curriculares sobre los que creo que deben funcionar los talleres y seminarios de la Fundación PRENDE para futuras generaciones. Por un lado, el aspecto técnico-formativo, que es hacia donde se generaron la mayoría de las actividades. Este aspecto contribuye al profesionalismo de los periodistas, sin embargo, se queda cojo el programa cuando sólo se incluye este perfil. Por lo que también se requiere contar con un espacio de reflexión sobre la tarea periodística. Esta es una condición necesaria para que las actividades técnico-formativas posean un sentido y se integren. Ante todo no hay que perder de vista, y esto me parece que se perdió de vista durante este semestre, en que ante todo el periodismo es una actividad política, en un sentido restingido del concepto. Si bien es cierto que la profesionalización y el denominado periodismo de calidad inciden en los mecanismos de construcción de los valores democráticos, también es cierto, que uno de los rasgos fundamentales de las actividades de la Fundación debe tender a desactivar, desmantelar, evidenciar, poner entre paréntesis y deconstruir aquellas prácticas periodísticas viciadas y que más que construir una sociedad informada perpetuan la agenda de los actores políticos hegemónicos.
Me parece que los momentos más ricos de la experiencia Prende surgieron precisamente cuando se puso en tela de juicio los valores periodísticos aceptados automáticamente. Esto generó incomodidad. Incomodidad que ciertamente algunos de nuestros compañeros becarios ubicaron más bien en la pedagogía del ponente que en el propio sentimiento de incomodidad que generó poner en evidencia las practicas periodísticas hegemónicas.
Cito el caso del taller de Marco Morales donde se cuestionó el valor de los medios tradicionales frente a las tecnologías emergentes como los blogs. O casi al final del semestre, el taller de Insyde que cuestionó el papel del periodista como transcriptor o amanuense del funcionario en turno....

3.

miércoles, diciembre 07, 2005

Sobre el Arte de la Fuga(2)


Ahora que estoy releyendo El arte de la fuga me fijo en la fecha en que están escritos los textos. La mayoría son de los años 1993 a 1996, en los años en que Pitol había regresado de su estancia de 28 años en Europa del Este, inmediatamente a su regreso estuvo viviendo en Coyoacán, cerca de la Plaza de la Conchita. Pero a mediados de 1993 se mudó a una casa en el centro de Xalapa, escondida en un callejón, desde afuera se ven los libreros atestados de cosas en ruso, cuando el gordo Alcaraz, musicólogo y profesor del CUT, supo de la mudanza de Pitol puso el grito en el cielo: ¿cómo era que Pitol se iba a vivir a la provincia?

En el 92 el gobierno del estado de Veracruz trasladó un día los poderes a la ciudad de Córdoba, donde en esos tiempos yo vivía. Ahí apareció un Sergio Pitol sigiloso, invitado por el gobernador, a la inauguración de una exposición del recién fallecido Arnold Belkin. Mi amigo Gustavo Ortiz y yo platicamos con el “escritor” un rato. Y hasta le hice una entrevista con la grabadora de Gustavo, digamos que mi primera entrevista, que un año después ocupamos en la extinta revista cordobesa La Ultima.
Creo que el 94 Pitol dio una plática en un salón del museo de Córdoba, un día entre semana por la tarde, me imagino que de mayo o abril, porque hacía mucho calor. Estuvimos los mismos de siempre, los “pasto verdianos” y los incipientes últimos. En algún momento dentro de los siguientes seis meses pude visitarlo en su casa de Xalapa, le conté la idea de una novela que preparaba —bien a bien nunca supe por qué estaba sentado ahí frente al novelista —, el atrevimiento ahora que lo veo me parece atroz, pero en esas fechas me aventure a confesar el proyecto. Lo distinguido del asunto fue que Pitol se encarreró platicándome cómo construía sus historias, habló de lo importante que era el lenguaje, ese humus de donde surgía todo, de dejarse llevar hasta quedar sumergido en la vida de los personajes, anotar cada detalle, la comida que les gusta, su tono de voz, por momentos la pasión con la que el escritor relataba su propia experiencia de construcción de una novela lo rebasó. Pero ahora, que releo el Arte de la Fuga encuentro en el ensayo “El oscuro hermano gemelo”, dedicado a Enrique-Vila Matas, las ideas que vertebran esa emoción, ese gesto secreto al que el novelista se entrega voluntariamente pero del que ya no puede escapar, y es entonces, que la novela se construye día a día, entre los pliegues del lenguaje, apareciendo un detalle aquí, otro detalle acá, hasta que violentamente un día cuando el novelista se percata encuentra a su alrededor, sí a esa señora de modales perfumados los rasgos que ha venido atesorando con sigilo y paciencia mientras construye, sueña y vive su proyecto de novela.

Sobre el Arte de la Fuga

Hoy voy a regresar a esa cafetería que está a la vuelta del Metro Polanco para comprar un par de revistas: Cahiers du cinema, el número de noviembre, dedicado al cineasta canadiense David Cronenberg, y la versión de Scientific American Mind. En un rápido vistazo a la librería no hallé otra cosa. ¿Alguien sabe donde encuentro Magazine Littéraire aquí en el DF?

“¡Que cebo de mono!”, frase norteña acuñada por la Huerquilla.

Ayer por la tarde me quedé dormido en el sofá de la fundación, Juan Carlos y yo hicimos un coro de ronquidos después de que fuimos con Iván y Daniel a las quesadillas de los girasoles. Eso está a unos cinco minutos de la Ibero, antes de llegar al pueblito de Santa Fé. Por la mañana estuve posteando en mi blog. Y ya en pleno fin de semestre se fue la luz en la Ibero. Cuando me desperté ya eran las seis de la tarde por lo que no pude llegar a la conferencia de Pitol en el Centro Cultural Universitario. A esa hora el tránsito es impenetrable. Es así que en el aventón de Iván aparecí en el Metro Polanco.

Vivimos una época de relevo generacional. Eso explica muy fácilmente porque el grupo del “crack” ha tomado la estafeta que hace un par de años le cedió Carlos Fuentes al novelista Pedro Ángel Palou, y hace unas semanas se presentó en la UDLA la revista Revuelta, en un eterno retorno del grupo Vuelta versión “crack”.

Le prometí a Jaime Torreblanca, coeditor del periódico poblano Intolerancia, mandarle un texto sobre Sergio Pitol quien ganó el Premio Cervantes la semana pasada. Es miércoles y es el día en que no lo escribo. Es por eso que cuando miré en el Universal que Pitol daba una conferencia sobre Cervantes encontré una excusa perfecta para darle la vuelta al texto.



martes, diciembre 06, 2005






Me encontré en el puesto de Doña Mago el número más reciente de la revista Caja Negra, correspondiente a enero-junio del 2005. La revista tiene un dossier especial que revisa las definiciones de Foucault sobre el poder.
Y en la parte general aparece publicada una entrevista con el filósofo argentino Oscar del Barco que hace unos 20 años vivió en Puebla y daba clases en la UAP. La entrevista del filósofo es sobre Nietzche. Ahí, a pregunta expresa sobre si la modernidad y la postmodernidad son practicamente lo mismo del Barco responde: "Son formas distintas del mismo movimiento histórico(...) si el crítico de la modernidad no logra desligarse vitalmente de lo moderno, sigue perteneciendo a la postmodernidad aunque se exprese como posmoderno. "
El director de la revista Miguel Angel Rodríguez dice que ya está listo el número 6 de Caja Negra sólo que no han bajado los recursos.

Otra de las cosas que dice del Barco sobre cómo se quiere someter el pensamiento de Nietzche es lo siguiente: "Ante todo se quiere quitarle su carga destructiva de los valores existentes y de convertirlo en una suerte de profesor universitario: en lugar del superhombre se nos presenta el profesor universitario..."

El periplo de regreso

El periplo de regreso a Puebla fue brumoso. Yo me desperté a las seis de la mañana, o algo así, después de una noche amorosa que incluyo un vaso de chocolate en una peña llamada “Los Jarritos” donde un fulano mitigaba sus penas cantando los clásicos de la trova y confundía los sones con los huapangos. A esas horas intenté escribir un par de poemas en la laptop a partir de un par de palabras muy nerudianas como “pluvial” y “cascadas”. Después regresé a la cama hasta mimetizarme en un cobertor celinesco.
Tomé del librero el Camino de Campo de Martin Heiddeger. Más bien fue un acto reflejo del tourcito de fin de semana que Celina y yo hicimos al pueblo totonaca de Cuetzalan. No quiero presumir nada ni volverme imprescindible sólo sé que en algún momento de la mañana del sábado en Cuetzalan supe que había dos modos de caminar por sus calles: con botas, tal y como lo hice hace año y medio cuando me mandaron a cubrir el rescate de unos espeleobuzos ingleses, o con guaraches, tal y como fui el sábado. Ahora, dice Celina, tengo más guaraches que pares de zapatos, así estoy en un contacto más cercano con la tierra. Pero el sábado sentí las piedras de las cercas y tuve tiempo para saber como todavía están vivas, como todo en ese pueblo todavía está vivo y muy cercano a la tierra.
...

Hice una analogía tonta sobre Cuetzalan, Huatusco y sus alrededores, sólo así se puede hacer filosofía, en lugares que son como la estructura de una argumentación en la falda de un cerro, con los caminos perdiénedose para luego encontrarse, mirando sólo de lejos el destino, pero sin conocer, a menos que uno los camine hacia donde llegan sus calles. Cuetzalan es un argumento filosófico, sus callejones son esos nudos de los que nos hablan las Investigaciones Filosóficas. Pero esos caminos no son las calles amplias de algún boulevard citadino donde una larga fila de coches desemboca en alguna avenida importante o nos lleva a un paso a desnivel. No. De eso no se trata. Hay algo positivo en la velocidad del automovilista, puede llegar rápido a su oficina donde lo espera su punto de engorda para tener un mac-job del que nunca buscará un anti-sabático, pero eso no permite pensar, es decir, pensar con los pies y la respiración, pensar con todo el cuerpo, pensar sabiendo que la piedra es piedra y la estrella, como dijera Ernesto Cardenal, nos recuerda que somos "polvo de estrella".
Feliz cumpleaños

Me cantaron las mañanitas en guaraní y portugués y anoche en Casa de Judith en polaco. También me cantaron las mañanitas al estilo sudamericano con la frase "que los cúmpla feliz"
Realmente, esto fue muy chido. Me siento un cumpleañero internacional.
La verdad es que la pasé muy bien en mi cumpleaños. Llegué gad a la edad de las ilusiones. Nunca me lo hubiera imaginado. Hago un recuento y ya estoy aquí como un puro regalo. El viernes saliendo de clases me fui a ver a la muñe a Cuetzalan. Eso es a unas cinco o seis horas de la capital. El pueblito es encantador. Muñe tenía que estar en un foro de educación intercultural, algo muy extraño, fue un rollo en al que asistieron varios investigadores y profes de Guatemala, Honduras, Perú y Brasil. El chiste es que muy al estilo muñe, muñe terminé, el sábado de relator en una de las mesas de trabajo, y ya en el colmo de lo imposible aparecí traduciendo la conferencia de una ponente de Brasil sobre los avances de la educación indígena.
En la tarde del sábado Muñe, muñe, ya le había dicho a medio mundo que yo cumplía años y fue así como en la noche cuando ibamos de excursión en unos camiones de redilas, ya habíamos visitado la zona antropológica de Yohualichan, fue así que muñe pidió que me cantaran las mañanitas. Me cantaron las mañanitas en portugués y en guaraní. Así como en la versión argentina.

hola

Hola. Vamos a hablar del cuadro de oposición.