lunes, mayo 16, 2005

Notese que soy un fan de la Monsi:::


El Sermón del Museo Amparo

Sumario: El analfabetismo de la clase media ilustrada convirtió una conferencia de Carlos Monsiváis en el Museo Amparo en un evento “cultural”, es decir, antropológico.



Mario Martell/ Fue como el sermón del Museo Amparo. Carlos Monsiváis levitó, hizo tru tru, se pitorreó del “No hay más ruta que la nuestra” del comunista Siqueiros, aprovechó para hacerle caracolitos a Madrazo y recordar que el PRI es la “encarnación de un autoritarismo corrupto”; como el Maharishi de la cultura, Monsiváis sobrevivió al asedio periodístico —ese que deja más naúfragos que el Titanic y el acorazado Bismarck juntos—, transformó el asedio de sus fans por sacarse una foto con él en una lección de continencia espiritual y revindicó la ironía como método de auto-defensa ante el implacable fervor de los monsivaítas que hallaron en el escritor un consejero, un fantasma y un mito.
Y salió entre aplausos del auditorio del museo Amparo, insuficiente ante la convocatoria del ícono de lo contradictorio y lo diverso, en la conferencia sobre David Alfaro Siqueiros.
Los monsivaítas platónicos y los aristotélicos; los de hueso colorado y los que se han quedado sin hueso que roer; los institucionales y los radicales; los novísimos monsivaítas y los monsivisimos del monacato carnal; los exégetas de Filosofía y Letras de la uap y los letrados de la ibero jesuita que ha olvidado a Ignacio de Loyola; los prepos pospúberes que aman a Montaigne sin saberlo y sus videocámaras digitales, las grabadoras de casette chiquito, y hasta los guaruras del amparo: todos, todas y tod@s.
Y los que no pudieron entrar se quedaron en el vestíbulo mirando a un Monsiváis televisado que pernoctó entre estudiantes, profesores, amas de casa y fotógrafos peseteros, en el miniauditorio del Amparo.

Lo confundieron con Chabelo
—¿Qué mensaje le mandaría a los niños poblanos?— le preguntó un reportero que se alzaba de puntitas, con la playera de Sicom a la “Monsi”,
—La verdad no se me ocurre nada… que no se preocupen, porque cuando lleguen a viejos van a tener una tarjeta de descuento.

Lo confunden con Chendo Huesca
Otra señora, muy preocupada, se acercó a Monsiváis, lo jaló de la camisa, y cuando lo tuvo feis to feis le espetó:
—Por favor, por favor, apóyenos. En Puebla se está suicidando la gente… respóndanos una pregunta, sólo una pregunta
—A poco quiere grabarme y cada vez que alguien quiera suicidarse poner la grabación…¡Se imagina!
La rogona puso cara de plis don´t go:
—Maestro, maestro, ¿cuál es el centro de su vida?
El “maestro” se queda pensando, carbura su respuesta y nomás le dice:
—El centro de mi vida es no responder preguntas que rebasan mi capacidad y mi entendimiento.

Lo persiguen hasta el baño
Como al mismismo Papa los monsivaitas persiguieron a esa alteridad con camisa de mezclilla que en español se llama Carlos Monsiváis y que forma parte ya del simbolismo pop que tanto nos abruma.
Pero para ser francos lo mejor de los monsivaítas es su frescura y paciencia para conseguir un autógrafo del cronista oficial de la “contemporaneidad actual y vigente” (auto sic).
El auditorio del Museo Amparo fue físicamente impotente para permitir el acceso de los fans del otrora escritor.
Con los formulismos de costumbre —después de ir al baño para echarse un rapidín— a Monsiváis los reporteros le preguntaron de todo: desde el futuro del país hasta la clásica e infaltable pregunta reporteril “¿Cómo se ha sentido en Puebla?”; el ídolo de la clase media ilustrada se paró justo delante de los cuadros de Sequeiros ante el pánico de los guardias del Museo Amparo.
Carlos Monsiváis soportó preguntas idiotas, preguntas absurdas y hasta preguntas intolerantes:
—¿Esta en campaña?
—¿Va a votar por Roberto Madrazo?
——Me temo que no
—Por el peje..
—Si es el candidato si.
—¿El pri es la encarnación de la homofobia?
—El pri es la encarnación de un totalitarismo corrupto.
Otra reportera preocupada porque no iba a poder pasar su informe a su “Oficina de México” suplicaba porque el cronista hiciera un resumen de lo que había dicho en su conferencia sobre Siqueiros.

Uno no sabe quién es quién si Monsiváis es el Mario Marín de la cultura pop mexicana o si Mario Marín Torres es el Carlos Monsiváis de la política local. El chiste es que a uno y a otro todos lo lambisconean, todos se le cuadran.
Ayer, Monsiváis andaba como en campaña; todo mundo buscaba tomarse una foto con él, todo mundo buscaba un autógrafo, en hojas de cuaderno scribe, en los pósters que sus apocalípticos fans arrancaron para la estampada del girógrafo de marras, en las ediciones —válgame, casi incunables de la edición de “Amor Perdido”.
….
Un ejemplo nominal del fervor monsivaita: al escritor no lo dejaron ni ir al baño.
—¡Que ya salga!
—¡Dónde está! ¡Dónde está!
Los libros se alzaban en el aire.
Apenas terminó su conferencia sobre el pintor David Alfaro Siqueiros que culminó en un diálogo de remembranza entre Raquel Tibol (a quien la prensa ni peló por su mediática persecución tras el otro golem de la densidad humana) y Carlos Monsiváis, la perrada se cerró sobre ce eme:
—Ahorita vengo, tengo que atender una llamada…
se excusó el polígrafo.
….
La escena es digna de la filmografía de Ben Hur. Uno se siente en pleno set donde se filma La Pasión de Cristo. Reporteros, alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAP, groupies monsivaítas, diletantes de a montón y una oreja de gobernación rodean al “Maestro”.
Guardan un silencio reverencial; nadie quiere moverse y se encomienda a Santa Grabadora del Auto Shut Off Sony que registre la Palabra Sagrada, en este que es el Sermón del Museo Amparo.

Llamados:
—¿Esta en campaña?
—¿Va a votar por Roberto Madrazo?
——Me temo que no
—Por el peje..
—Si es el candidato si.
—¿El pri es la encarnación de la homofobia?
—El pri es la encarnación de un totalitarismo corrupto.

—¿Qué mensaje le mandaría a los niños poblanos?— le preguntó un reportero que se alzaba de puntitas, con la playera de Sicom a la “Monsi”,
—La verdad no se me ocurre nada… que no se preocupen, porque cuando lleguen a viejos van a tener una tarjeta de descuento.

hola

Hola. Vamos a hablar del cuadro de oposición.